Tratamientos mini-invasivos

Neuromodulación

La neuroestimulación se basa en el empleo de unos pequeños cables especiales llamados electrodos que se colocan quirúrgicamente bajo la piel para enviar impulsos eléctricos al sistema nervioso, los cuales son percibidos como una agradable sensación de hormigueo. Estos impulsos eléctricos bloquean la señal de dolor, logrando aliviarlo. La neuroestimulación no implica ningún medicamento, por lo que los efectos secundarios son mínimos en comparación con otros tratamientos farmacológicos. Existen 2 modalidades:

¿Cuál es la eficacia de la neuroestimulación?

La aplicación más frecuente de la neuroestimulación es en pacientes con dolor lumbar o cervical, como también en dolor de extremidades, sobretodo aquellos que han sido operados y aún manifiestan sentir dolor, a pesar de utilizar diferentes tipos de medicación o de haber sido sometidos distintos tratamientos en la unidad de dolor, como los bloqueos. La neuroestimulación es una alternativa eficaz para quienes ya han intentado aliviar el dolor una o varias veces a través de una invervención quirúrgica. Los pacientes que tienen éxito con la neuroestimulación suelen experimentar una reducción de hasta el 88% en la sensación de dolor, cuyos resultados se ven reflejados en la mejora de su calidad de vida y la recuperación de la capacidad de participar en las actividades cotidianas.

¿Cómo puedo saber si la neuroestimulación funciona en mi caso?

Entendiendo que cada paciente es un caso único, el primer paso es realizar una prueba para ayudar a predecir si esta terapia es adecuada para el paciente y puede aliviar su dolor. La prueba o fase de test consiste en colocarle uno o más de un electrodo en la zona a tratar, ya sea la columna u otra zona del cuerpo. Este procedimiento puede requerir que permanezca una noche en el hospital. Si durante esta fase de prueba el dolor mejora al menos un 50% del dolor habitual, puede ser que el sistema de estimulación sea una buena opción de tratamiento.